Alzas su telón de rojos y
ocres húmedos. La ignoras
ahogada en tus pinturas siniestras
y en el carmín holgado que blandes
durante la escalada hacia el subsuelo.
Miradas predadoras se detienen sobre
senos estrenados para la ocasión
con el primor de una estrategia distraída.
Hacer público tu anonimato.
Dejar el guión suspendido allí
mientras tus pinturas se licuan torpes,
en los bastidores del Metro Sur
recién amanecido.